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Según un estudio de la Clarkson University de Estados Unidos, realizado con jugadores de golf, escuchar música en el deporte, sobre todo jazz, puede aumentar la puntería. Otros géneros músicales, por el contrario, no tienen el mismo nivel de efecto, también ha revelado la investigación. Estudios previos habían señalado otros efectos positivos de la música sobre el rendimiento deportivo.

Los 22 participantes (ocho varones y 14 mujeres) en el estudio pertenecían a la la División I de golfistas de dicha Universidad, y tenían un promedio de 20 años de edad. Además, de media contaban con al menos ocho años de experiencia como jugadores de golf.

Diversos géneros musicales probados

Cada uno de los participantes completaron una serie de seis ensayos, que comprendieron intentar cinco tiros al hoyo en cuatro lugares previamente designados.

En un orden aleatorio, se pidió a los voluntarios bien que no escucharan música alguna, bien que escucharan algunos géneros musicales (música clásica, country, rock, jazz y hip hop o rap) mientras tiraban. Se comprobó así que el jazz era el tipo de música que mayor efecto positivo tenía sobre la puntería de los jugadores.

«El beneficio de la música en situaciones de control de la motricidad fina era relativamente desconocido. Con suerte, este es el primer paso para responder a esta cuestión», afirma Boolani, uno de los autores del estudio.

En el artículo publicado en el Journal of Athletic Enhancement se indica que será necesaria la investigación futura con una muestra más grande para ver si estos resultados pueden ser replicados.

Otros efectos de la música en el deporte

En la Universidad de Brunel (Inglaterra) el especialista en psicología deportiva Costas Karageorghis lleva años analizando la relación entre la música y el rendimiento en los deportes.

En un artículo publicado por Karageorghis en 2006, el experto señalaba que, en general, usar la música al hacer ejercicio físico o practicar algún deporte concreto permite aumentar la capacidad de concentración, levantar el ánimo, generar emociones, cambiar o regular el estado de ánimo y evocar recuerdos; aumentar el rendimiento, reducir las inhibiciones e incluso estimular el movimiento rítmico.

También se ha comprobado que escuchar música de fondo mientras se hace deporte puede reducir la frecuencia cardíaca y la tensión muscular, aumentando con ello el flujo de la sangre por el organismo.

Por otra parte, se ha constatado que una música de ritmo rápido resulta energetizante para los deportistas y que, por el contrario, una música lenta y relajante puede aumentar su fuerza. Por último, escuchar música escogida por los propios deportistas antes y durante el ejercicio físico puede ayudar a estos a controlar sus emociones y a dirigir su conciencia, lo que impacta positivamente en su desempeño.

Fuente: Tendencias 21

La música ha adquirido un carácter científico y su empleo como tratamiento no farmacológico está cada vez más implantado en el ámbito sociosanitario. Estudios demuestran cómo la musicoterapia alivia el sufrimiento físico y psíquico de pacientes que padecen patologías crónicas y degenerativas que provocan dolor y ayuda a tratar problemas de tipo cognitivo y conductual. Más de 2.000 titulados en España se han formado en esta disciplina.

Decía Miguel de Cervantes que “la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu”. Hoy, la creencia del célebre escritor sobre los efectos beneficiosos de la música en las personas está avalada por innumerables estudios nacionales e internacionales y su aplicación tiene carácter científico. En España, la musicoterapia fue introducida en el ámbito académico en la década de los 60 y actualmente ya hay más de 2.000 profesionales formados en la materia, siendo cada vez más numerosas las instituciones y centros hospitalarios que colaboran en la investigación y desarrollo de esta disciplina e incorporan estas técnicas a sus equipos y unidades para contribuir al bienestar de pacientes que sufren trastornos o patologías en el plano educativo, clínico o social.

El musicoterapeuta trabaja en todos aquellos ámbitos en los que la música, aplicada como terapia no farmacológica, puede mejorar algún aspecto de la vida de una persona, desde aquellas que presentan dificultades de aprendizaje, problemas de adaptación o trastornos cognitivos a las que han de enfrentarse a una enfermedad degenerativa o algo tan agresivo como el cáncer. Hay mucha literatura científica al respecto y los estudios arrojan buenos resultados de la aplicación de la musicoterapia no sólo en las fases de diagnóstico, fase paliativa y tratamiento, sino también en mujeres supervivientes del cáncer de mama.

Así influye la musicoterapia en los pacientes
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El Hospital Universitario La Paz de Madrid ha realizado recientemente un estudio comparativo en sobre el efecto de una intervención con musicoterapia para mujeres con cáncer de mama durante la sesión de quimioterapia. El estudio, llevado a cabo por la musicoterapeuta Mireia Serra Vila, realizó sesiones musicoterapéuticas en varios ciclos de la quimioterapia. Los objetivos principales del uso de la música como instrumento terapéutico fueron, en mayor medida, relajar, distraer y focalizar, socializar y, finalmente, expresar las emociones de las pacientes. La investigación ha demostrado que, a corto plazo, la ansiedad, el nerviosismo, la percepción del dolor y la depresión de las pacientes se redujo tras la sesión de quimioterapia, y mejoró ciertos síntomas asociados al tratamiento, como es la pérdida de apetito.

Las terapias pueden ser a nivel individual, pero lo más frecuente es que las sesiones sean grupales, de forma que las asociaciones, fundaciones y hospitales que aplican estas terapias puedan optimizar recursos y llegar a más pacientes. Según comenta a este periódico Martí, en el caso del cáncer de mama, con una elevada tasa de supervivencia, “el objetivo fundamental es ayudar a adaptarse tanto a la enfermedad como al tratamiento de una manera no invasiva mediante la relajación, la reflexión y la expresión de las emociones”.

Sin embargo, el trabajo de los musicoterapeutas al respecto no se limita únicamente a ofrecer un tipo de música determinado para favorecer la relajación de los enfermos de cáncer. Tal y como puntualiza la profesional consultada, “es muy importante el carácter activo y la implicación de la persona”.

Musicoterapia-2Es muy recomendable que los enfermos participen en técnicas de carácter activo como tocar un instrumento de fácil manejo, imitar patrones rítmicos, cantar letras significativas o probar con la composición musical. Todas estas prácticas, explica la musicoterapeuta, “fomentan la creatividad, lo que ayuda a los pacientes aprender a buscar alternativas a los problemas, a desbloquearse y descubrir cosas de las que son capaces”. El estado de ánimo se ve modificado y se traduce en una sensación de bienestar, concluye.

El párkinson es otras de las afecciones que la música ayuda a afrontar. Diversos estudios internacionales han demostrado que la música permite reactivar zonas del cerebro «apagadas» por la enfermedad y se han observado mejoras significativas en personas que escuchan música con frecuencia y que repiten sus estructuras mentalmente mientras desarrollan una actividad motora.

Fuente: Voz Pópuli

 

Una tesis defiende que el 99% de los alumnos que reciben educación musical obtiene un rendimiento académico positivo

Es la conclusión a la que ha llegado M.ª Carmen Reyes, profesora de música, en una tesis que sostiene que el 99% de los alumnos que reciben algún tipo de educación musical sortean de sobra el fracaso escolar.

La maestra notaba que los niños prestaban más atención en las clases. “Empecé el estudio de forma muy empírica”, afirma la maestra, “porque notaba que los niños que estudiaban música eran más atentos y utilizaban más recursos”. En total participaron 4.300 alumnos de 18 colegios de toda la Comunidad y los resultados fueron mejores de lo esperado: un 37% sacaba sobresaliente, un 42%, notable, el 11% superaba las pruebas con un bien y el 9% con suficiente. Calculando, solo un 1% suspendía.

La música, la aliada perfecta para combatir el fracaso escolar

Música y el fracaso escolarLa autora de la tesis cree que “la música debe ocupar un papel destacado en el sistema educativo, por sus beneficios en otras asignaturas”. Según la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana, esta autonomía es la segunda con mayor fracaso escolar, después de Baleares. Sin embargo, las sociedades musicales son su principal agente cultural. .Este tipo de formación ofrece valores como el respeto o el esfuerzo. La Comunidad Valenciana supera en más de cinco puntos al resto del país, con una media del 36,9% de fracaso escolar frente a un 31,2%

Enrique Barrachina, director del Taller de Música Jove de Valencia, lo corrobora: “La múarticulo musicasica desarrolla la intuición, pero la intuición sin conocimiento no es más que analfabetismo”. Por eso cree que, respetando siempre el ritmo individual de desarrollo,este aprendizaje puede transmitir valores como “mostrar educación, respetar turnos, ser puntual y cuidadoso, alcanzar una conciencia colectiva y ser constante para buscar la perfección”.

Estudios sobre el fracaso escolar y la música

Numerosos estudios norteamericanos van más allá: “La importancia de la música en nuestra economía es masiva”, concluye un informe de la estadounidense National Association for Music Education, que también señala que “los estudiantes de educación secundaria que participan en una banda u orquesta registran los índices menores de consumo de sustancias como alcohol, tabaco o drogas ilegales”.

Un ejemplo es Irene Soto. A ella, como a casi cualquier chica de 16 años, le gusta Amaral. Pero se fija más “en lo que tocan” que “en lo que cantan”. Alterna a este dúo con la electrónica de Boy in Static o el violín del israelí Itzhak Perlman, instrumento con el que “seguramente” se gane la vida. Considera que “debido al horario” necesita “estudiar más rápido”. La música le enseña a coordinar deberes igual que se acompasa a sus compañeros cuando toca en una orquesta. Irene alcanza una conclusión poco acorde con lo que suelen promulgar los docentes: “Se aprende más mirando a los demás que prestando atención a la pizarra”.

Quejas, por lo menos no hay. “Es una maravilla de niña”, responde la madre de Irene Ribes. “No tiene problemas con nadie, se relaciona con todo el mundo, tiene un visión más global de las cosas y, encima, no baja de notable”, remata orgullosa. Algo en lo que coincide Inmaculada Ligero, madre Iker Gonzalo Ligero, un niño superdotado de 11 años que toca el fagot. “Le han adelantado cursos. Él lo hace como quien aprende a leer. Además, se interesa por todo y siempre quiere destacar”, comenta, “y es buenísimo socialmente: siempre felicita a los demás”.

Esta publicación, según MºCarmen Reyes, no desentraña claves para reestructurar la educación formal, pero exige más orden y prioridad para estos estudios: “no es una cuestión de horas ni ratio de alumnos, sino de una mejor ordenación según los cursos”. La profesora asegura que “no hay nadie que no disfrute con la música, porque está en todas partes: en las calles, en el entorno…”. “No solo se adquiere ritmo y compás”, anota Enrique Barrachina, “es que, definitivamente, la música te hace mejor persona”.

Fuente: El País